Hemos convivido con ello durante miles de años; la revolución agrícola y los avances tecnológicos de los últimos dos siglos, lejos de haber superado esta circunstancia, han venido a exacerbarla en muchos casos. La lucha química es una herramienta útil y efectiva, aunque la evaluación de beneficios e inconvenientes colaterales provocados por el uso de un producto fitosanitario es indudablemente un tema francamente complicado de manejar.

Es evidente que tenemos un problema, el mismo problema del Neolítico trasladado y evolucionado al s. XXI. ¿Cómo lo resolvemos? Pues lo cierto es que en algunos casos no podemos, o tirando de proverbial positivismo, aún no sabemos cómo.

Los ataques de microorganismos patógenos causan ataques que limitan el rendimiento cualitativo y cuantitativo de las cosechas, pero nuestro objetivo no debe ser erradicarlos. Ya hemos aprendido que una escalada de violencia no es una solución a medio, largo plazo, de hecho, a menudo genera más inconvenientes. El fin es controlar y minimizar el impacto en nuestro cultivo y para conseguirlo debemos cambiar la pregunta ¿Cómo lo prevenimos?

Para responder también contamos con una herramienta increíblemente potente: el manejo integrado de plagas, que amplía el enfoque y en lugar de centrarse en el problema considera todos los factores interrelacionados en busca de resultados eficientes.

Gestión integrada en entorno controlado

Este enfoque aspira a mejorar la eficiencia en el manejo de las diferentes plagas mediante el empleo de todas las técnicas de control a nuestro alcance; se centra en la prevención, la eficiencia es el concepto clave. Se asume en muchos casos la coexistencia con plagas y patógenos en búsqueda del mínimo impacto ambiental y la mejora de la sostenibilidad de los sistemas de cultivo. La mejor forma de conseguirlo es combinar la resistencia de la variedad (biotecnología), optimizar el control ambiental y las prácticas culturales y, en caso de que la amenaza se convierta en problema, utilizar el control biológico y químico.

El control ambiental y las prácticas culturales incluyen un concepto clave: el cálculo y la optimización del sistema de ventilación.

Dentro de los invernaderos el ambiente es típicamente cálido, húmedo, sin viento; intentamos crear las condiciones más confortables para el desarrollo de cultivos… que también son a menudo las ideales para la multiplicación de agentes patógenos.

La mayoría de las infecciones por hongos y bacterias ocurren en una lámina de agua sobre la superficie de la planta; de hecho, las enfermedades producidas por agentes bióticos en condiciones de baja humedad relativa no son muy importantes.

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