Los insectos necesitan agua para reproducirse y desarrollarse

La teórica ventaja que estas instalaciones ofrecen en términos de control de plagas y enfermedades es que se trata de un entorno aislado donde es posible tomar medidas preventivas eficientes, controlar las condiciones ambientales, identificar de forma temprana un problema y aplicar de forma efectiva las medidas correctivas correspondientes.

La realidad pasa en muchos casos por entornos no herméticos donde el intercambio y la circulación de aire son insuficientes, con la inevitable tendencia hacia el incremento de temperatura y humedad; el perfecto caldo de cultivo de muchos hongos y bacterias. En estas condiciones, si se produce el ataque, el desarrollo de la enfermedad o la plaga se verá acelerado y los efectos serán patentes e inmediatos.

Los tratamientos fitosanitarios siempre se tienen en cuenta, si bien es importante su utilización justificada para mantener sus niveles de eficacia cuando sea realmente necesario su uso.

El papel de la ventilación

Cada vez estamos más familiarizados con los efectos positivos de la ventilación forzada en un invernadero: el control de los factores climáticos, temperatura y humedad, el impacto sobre la concentración de CO2 y la optimización del equilibrio energético del sistema.

Sin embargo, su papel preventivo en el control de plagas y enfermedades aún no tiene la visibilidad correspondiente a su impacto.

La medida más versátil, económica y accesible de prevenir problemas fitosanitarios es asegurar una correcta ventilación

El movimiento de aire dentro de un invernadero o una sala de cultivo dificulta las condiciones de ataque de agentes patógenos. Reduce o incluso elimina las condensaciones de agua en las distintas superficies de la planta. Dificulta o impide el movimiento de parásitos. Incrementa la resistencia de las plantas. Reduce significativamente la incidencia de episodios extremos.

Como medidas suplementarias se deben observar marcos de cultivo suficientes para permitir una buena aireación entre plantas, un manejo adecuado del riego y una higiene óptima en cuanto a limpieza de instalaciones y control de los espacios de intercambio de aire (puertas, conductos, filtros…).

Desde el punto de vista del manejo integrado de plagas y enfermedades, este capítulo se revela definitivamente como la inversión más rentable y eficiente, tanto en un invernadero como en una instalación de cultivo de precisión.

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